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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |

Una enfermedad llamada nostalgia

Por Jay Martinez

La nostalgia es una enfermedad que padecen la mayoría de los cubanos. Quiénes hemos tenido que ausentarnos de nuestra tierra por mucho tiempo y vivimos con la resignación de no poder volver este padecimiento se nos ha vuelto crónico.

A diferencia de otros emigrantes en el mundo como los dominicanos, mexicanos, españoles y hasta los mismos puertorriqueños que emigraron, en su mayoría a la Ciudad de Nueva York, en la década del cincuenta buscando bienestar económico; todos ellos pueden regresar a su tierra cuantas veces lo deseen.

Para la mayoría de los cubanos que hemos tenido que salir de nuestra patria por no aceptar el sistema represivo que los hermanos Castro y sus secuaces impusieron por la fuerza en nuestro país el fatídico 1 de enero de 1959 esta enfermedad se convierte en una obsesión.

Cuando salimos de Cuba, en la mayoría de los pasaportes de cientos de cubanos, la visa decía “salida definitiva del país”. En otras palabras: “Es Usted un desterrado” que no es lo mismo que un emigrante. El destierro es el peor castigo que se le puede aplicar a cualquier persona. Es privarlo de volver a pisar las calles por donde caminó en su infancia y donde están sus raíces, costumbres y tradiciones.

Y es por eso que cuando usted conoce a un cubano lo primero que hace este es hablarle de su Cuba y tratamos de compararlo todo con lo que dejamos detrás. Para los cubanos no hay mejor fruta que las que comíamos en nuestra patria, ni mejor café y del azúcar ni hablar. Nuestra música es la mejor y qué decir de los campos, los ríos y las playas que son las mejores del mundo.

Todo lo comparamos con nuestros recuerdos. Cualquier persona del mundo se percataría que estamos enfermos de nostalgia. Yo nunca he vuelto a Cuba desde que me fui hace 24 años, fisicamente me refiero, claro, porque yo me fui de Cuba pero Cuba nunca se ha ido de mi. Cuba está en mi corazón y en mi mente todo el tiempo y todo lo que sucede en Cuba me duele y lo sufro.

Cuando escuchamos una canción o un verso de Marti, cuando vemos una Palma Real, un escudo y una bandera sentimos a Cuba. Tomar café cubano se convierte en todo un culto de recordación y en un instante único y todo el mundo sabe que los cubanos tomamos el café diferente a los demás latinoamericanos.

Cuba es mi patria de ahí soy y de ahí son mis recuerdos. Allí esta el alma de aquel niño que caminaba descalzo y sin camisas por las aceras de cemento caliente en la Playa de Santa Fe. Ese niño y adolescentes que vaga perdido en mis recuerdos y que algun día me gustaria recordar en una Cuba libre y democrática.

La niñez y adolescencia de miles de cubanos ha sido tronchada por ese sistema totalitario del que padecemos hace ya más de 45 años y por eso la mayoría de los cubanos que tuvimos que salir siendo jóvenes nos hemos vistos obligados a vivir con la melancolía de estar en medio de dos culturas a la que nunca podremos llegar a integrarnos porque somos como plantas trasplantadas y nuestras raíces quedaron allá en Cuba.

Cuba es la esencia de mi vida y de quien soy como persona. Es la tierra firme de mis recuerdos y lo que le da cohesión y fortaleza a mi existencia. Cuba es la ternura y el amor de mi madre quien tiene ya 86 años y todos los días la recuerda. Un día le pregunte a mi madre qué era lo que mas extrañaba de Cuba y contestó: “El arroz con pollo del domingo, los plátanos maduros fritos y la reunión de la famila sentada a la mesa disfrutando aquel maravilloso almuerzo”.

Y somos así. Cada cubano tiene su propia opinión sobre nuestra cuba y todas se entrelazan entre sí porque Cuba es de todos los cubanos y todos tenemos en sus ríos, sus montañas, sus palmas reales, sus verdes campos y su único cielo azul tropical un pedazo de nuestra propia vida.

Sí yo volviera a nacer, quisiera nacer cubano y sí me dicen que no, pagaría por serlo


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