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| Semanario El Veraz | San Juan, Puerto Rico | |
La Habana está llena de locos

Por Juan Gonzalez

Uno les ve por todas partes. Deambulan y se alimentan de lo que pueden, cuando pueden hacerlo. Son los locos de La Habana, aunque andan por toda la Isla. Por supuesto, no se trata de aquellos locos pintorescos que se convirtieron en postales costumbristas de una Habana que reía. Estos locos traen historias muy sórdidas y en cada una de ellas, subyace una injusticia.

En otros tiempos, solo se les veía en las zonas más concurridas de la capital y nunca en los barrios periféricos. La economía colapsada de un país destruido ha hecho de su presencia un lugar común en todas partes. No se trata de que sean los únicos desamparados por el socialismo salvaje o el capitalismo castro-fascista que avanza.

Aunque el rotativo oficialista Granma se construyó o adaptó una consigna del fascismo italiano y me refiero a "Orden es también sinónimo de desarrollo", las consignas prestadas no resuelven el problema. No importa si estas, fueron tomadas de Marx, Mussolini, Hitler, Stalin, Mao, Getulio Vargas, Perón, Fidel Castro o el Che Guevara.

Abandonados como botón de muestra de un sistema de salud que no resuelve las necesidades reales presentes y exporta médicos para paliar con el trabajo esclavo de estos, el despropósito de un sistema inviable. Los locos de La Habana que son los sin-hogar más representativos, aunque no los únicos, existen para mostrar la cara más ruinosa entre muchas. Son parte de los ancianos que comen de tachos de basura y venden bolsas de nailon. Ya no venden cigarrillos al menudeo, porque el estado les cerró ese escape cuando liberó este renglón de la distribución normada.

Algunos se escapan de Mazorra y de otras instalaciones hospitalarias, otros nunca han estado bajo la guarda y custodia de instituciones o de personal calificado para la atención de estos casos. Entre muchos ya son una de las caras visibles menos presentables del insoluble problema de la vivienda.

Ya tengo a uno en mi entorno. Nadie sabe cómo apareció, pero aquí está. Perdido en los remolinos brumosos de su mente enferma, llegó con los bártulos malolientes que conforman su 'casa a cuestas'. Nadie desde el gobierno o sus instituciones se sentirá convocado a asumir su problema, porque simplemente hay muchos acuciantes, insolubles y emergentes problemas. El nuevo loco, no es ni con mucho el más importante entre los asuntos comunitarios o nacionales.

En relación con el tema, conocedores acuciosos de los servicios especiales cubanos de inteligencia y contrainteligencia, que ayudan y prefieren mantener su anonimato han alertado sobre el potencial de los locos mendigos o los mendigos locos. De acuerdo con estos informadores, la existencia de estos podría ser usada en el marco de una medida activa de provocación o agresión contra aquellos que sindican como enemigos. Pero bueno, esto es solo una referencia y nada más.

Si la prostitución, la violencia y la marginalidad se yerguen como conquistas revolucionarias sobre la decencia ciudadana rebasada. Si el costo impagable de "ser como el Che" destruyó la esperanza de los más jóvenes y los mayores agitan las banderas de su impotencia y su desvergüenza, ¿qué pueden importar mendigos, qué pueden importar locos o qué pueden importar mendigos locos?

Entonces, ahí están entre nosotros. Ahí andan entre perros obligados a pelear, ancianos abandonados y otros perros tan callejeros, hambreados y abandonados como ellos mismos. Así se mueven entre policías e inspectores corruptos. Entre las ruinas de la bella ciudad felizmente destruida con consignas, mal gusto y peor desidia, a ritmo de reguetón, ese soundtrack representativo de este momento.

 


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