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| Semanario El Veraz | San Juan, Puerto Rico | |
Cuba al borde de una crisis sanitaria

Por Ernesto Aquino

El problema de la higiene en Cuba se presenta como una cuestión de vida o muerte. Y aunque las epidemias mortales no distinguen sexo, ni color, ni ideología política, sabemos que siempre son los menos afortunados los que llevan la peor parte.

Los salideros de agua pluvial y albañal se han convertido en patrimonio de la ineficiencia y el abandono consciente, de la política que gobierna el país.

Un obrero, que labora desde hace 42 años atendiendo la red de acueductos y alcantarillados, explicó que “lo realmente preocupante de este fenómeno es que las aguas pluviales se están mezclando con las albañales. Las tuberías que conducen ambas aguas se están reventando porque no soportan la presión, pues ha habido que aumentar la presión de bombeo para que el agua potable llegue a todas las casas”.

El obrero, que prefirió no revelar su identidad para evitarse problemas con las autoridades, hizo énfasis en el deterioro que han sufrido las redes.

“No podemos olvidar que las redes de acueducto y alcantarillado de Ciudad de La Habana tienen más de cien años de instaladas y que se construyeron para una ciudad de 200.000 habitantes. En la actualidad La Habana ya tiene más de dos millones de consumidores. Y las vías de abastecimiento y desagües siguen siendo las mismas de hace cien años, pero más deterioradas. Porque no solo no se extienden, sino que las ya existentes no reciben el mantenimiento que requieren”.

Vecinos del municipio Cerro, en La Habana, coinciden en su testimonio sobre la cantidad de veces que han presentado denuncias y quejas ante las autoridades del gobierno y las instituciones correspondientes sobre los múltiples salideros y la contaminación del agua potable, que muchas veces se mezcla con las aguas albañales.

Nicanor Saravia, un jubilado de 76 años, que laboró durante 36 años en acueductos y alcantarillado, y tuvo a su cargo el cierre y apertura de las llaves de paso que permiten el abastecimiento de agua potable a la población, explicó que “cuando un salidero de agua pluvial está cercano a otro de agua albañal, como ocurre en muchos casos, nosotros procedemos a cerrar la llave de paso, pero en el proceso, mientras las tuberías se van vaciando, al mismo tiempo van absorbiendo parte de las aguas albañales con las que se habían mezclado. ¡Ya puede imaginarse las consecuencias!”

Carmen Luisa Bayar, de 64 años, vecina de Calle Santa Lutgarda y Bellavista, en el municipio Cerro, se hizo eco de la preocupación general de la población de ese municipio respecto a las consecuencias fatales que representa para la salud la contaminación del agua potable y los depósitos habituales de aguas albañales y excremento en las cercanías de las viviendas.

“Mira mijito, nosotros no sabemos qué más podemos hacer. Llevamos años quejándonos y denunciando. Hemos ido al policlínico, nos hemos dirigido a la dirección de Aguas de La Habana, al Poder Popular y a todas las instancias del gobierno, y no se resuelve el problema. Parece que a nadie le importa. Y como tú sabes, el virus del cólera haciendo de las suyas”.

Por su parte, Dayamí Herrera, de 32 años y madre de dos niños, de 4 y 6 años, expresó que “lo que tiene que hacer el gobierno es gastar menos en propaganda y más en el bienestar del pueblo”.

“Debía darles vergüenza, después de más de 50 años de gobierno, las condiciones de pésima higiene en las que tienen viviendo al pueblo de Cuba; aunque a decir verdad, a nosotros debía darnos más vergüenza, que vivimos agachando la cabeza y aguantando sin hacer nada.”, concluyó.

Otro de los entrevistados, Ramiro Gonzalo, de 42 años, que labora como repartidor de pan a domicilio expresó su descontento con la típica chispa de humor negro con la que el cubano hace catarsis.

“Mira mi hermano, no podemos quejarnos; porque gracias a la ineficiencia del gobierno en materia de salud pública nosotros los cubanos hemos recuperado la fe en Dios. Porque oye, no te quepa la menor duda que si estamos vivos es porque los milagros existen”.

Pero aun teniendo Ramiro algo de razón, lo cierto es que los pueblos no pueden vivir de milagros, del mismo modo que los gobiernos no pueden cruzarse de brazos y desentenderse de las necesidades urgentes de sus pueblos.

Los salideros de agua pluvial y albañal, la contaminación del agua potable y otros demonios del descuido y la ineficiencia estatal son aliados poderosos en el origen de enfermedades infecto-contagiosas como el cólera, el dengue, la leptospirosis y más recientemente la fiebre de chikungunya. Enfermedades que han estado azotando a la población cubana, algunas de ellas desde hace más de una década..


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