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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |

Vicisitudes del ama de casa en Cuba

Por Claudia Márquez Linares


LA HABANA, octubre- "No tengo jabón de lavar, déjame aprovechar el detergente líquido para ir resolviendo, porque la ropa no se puede quedar sucia. ¡Dios mío!, ya estamos a 15 y se me acabó el azúcar, ojalá que el bodeguero me la venda por fuera, aunque sea una librita para endulzar la leche de los muchachos..."

Es el monólogo cotidiano de Gloria y de la mayoría de las amas de casa cubanas. Víctimas de la escasez saben darle solución a cualquiera de las dificultades que se le presentan cada jornada, desde que se levantan hasta que se acuestan. Gloria, ama de casa residente en la barriada del Cerro las pone sobre el tapete.

"Bueno, cuando no tengo aceite me vuelvo loca porque no hay modo de hacer el sofrito a los chícharos, y ese producto es el que más necesito. A veces, si tengo los diez pesos, voy al agro y compro unos gorditos de puerco y les saco la manteca y de paso cojo los chicharrones para darle sabor. Si no tengo los diez pesos me voy a casa de mis vecinos, y aunque sea una gotica de aceite que tengan la comparten conmigo. Por eso es que ahorro el aceite como si fuera oro. Cojo un gotero y le echo unos goticas a cada comida para que me dure más.

- Cuando no tienen frijoles, ¿qué comen, Gloria?

- Casi siempre busco en casa de una señora que vive en La Finquita unas croquetas que ella vende a peso. Después invento cualquier vianda y así acompaño el menú con algo. Ahora empezó la temporada de aguacates pero están carísimos, a diez pesos. Yo esperaré a que se pongan más baratos".

- Y cuando se te acaban los mandados del mes ¿qué haces?

- Lo que hago es comprar el arroz al bodeguero a 3 pesos 50 la libra. Y si no tengo dinero invento unas papas hervidas con plátano maduro. Por la noche, al acostarnos, tomamos mi marido y yo una infusión de cáscaras de naranja para que las tripas no se revuelvan. A los muchachos eso no les gusta, así que se toman, si hay, un vaso de leche. Y a la cama. Te digo si hay, porque uno de mis hijos ya cumplió los ocho años y no le dan leche y el yogur de soya que le toca viene de vez en cuando. Así que yo estiro el litro que le dan al que tiene seis años para que los dos puedan tomar un poquito cuando se levantan y cuando se acuestan.

El esposo de Gloria es obrero de la construcción y gana 148 pesos mensuales, equivalente a 5 dólares 50 aproximadamente. Gloria estudió hasta el onceno grado, pero no quiere trabajar porque prefiere vender durofríos en su casa.

- ¿Para qué voy a trabajar afuera? ¿Para ganar 100 pesos? Prefiero vender durofríos a peso y así saco el menudillo del día. Aquí te matas limpiando el piso y sigues pasando trabajo.

Muy lejos del microwave y el auto para llevar a los niños a la escuela, Gloria tiene la esperanza de que el mal tiempo termine y haya comida abundante para todos.

- Algún día -concluye- se tiene que acabar el período especial permanente, porque tengo muchas ganas de que mis hijos puedan comerse un bistec o un buen pan con jamón. Yo aspiro a que todo cambie. ¿Usted qué cree?


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