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| Semanario El Veraz | San Juan, Puerto Rico | |
Cautivos de un loco

Por Rafael Azcuy González

Es escalofriante saber que casi durante 60 años nuestro pueblo ha sido rehén de un loco megalómano al igual que fueron los dictadores paranoicos Stalin o Hitler. Hemos sido las víctimas indefensas de un ensayo absurdo y fracasado en el que fuimos carne de cañón o conejillos de indias para materializar sus “ideítas” como él mismo calificaba sus lunáticas ocurrencias las que ponía en práctica iso facto sin consultarlas con nadie y sin que nadie se atreviera a rebatírselas, pues les esperaba cuando menos el seguro despido, o s i no la cárcel o el infame paredón.

Todavía no había terminado de pronunciar su tiránica consigna de Patria o Muerte en sus contradictorios, reiterativos e interminables discursos y ya todas las absurdas medidas que dictaba estaban aplicadas como por arte de magia para bien o para mal de todos y ese loco nos llevó a todos al abismo, a la subsistencia sórdida y al éxodo, devastando a un país que hizo víctima de sus experimentos.

Existen testimonios de que cuando joven fue llevado por su familia al sanatorio mental San Juan de Dios en Alta Habana y que de allí se escapó o no llegó a presentarse.

También pesan sobre él varios crímenes de su época de pistolero estudiantil. En una etapa turbulenta de la política cubana, por sus manejos oportunistas, llegó a liderar un movimiento que llevó a la muerte a muchos jóvenes al asaltar el cuartel Moncada, así como a otros que cayeron después en la lucha armada, la mayoría en las ciudades, mientras él se mantenía refugiado “majaseando” en la abrupta Sierra Maestra. Luego del triunfo eliminó la oposición a sangre y fuego y ordenó la eliminación de sus mejores compañeros de armas.

No puede olvidarse el proyecto de disecar la ciénaga de Zapata; cuando eliminó las elecciones, cuando sacó a los campesinos de sus tierras y los agrupó en improductivas granjas y cooperativas. La creación del servicio militar como si fuéramos un país en guerra y de unas fuerzas armadas desproporcionadas que absorbían y absorben la mayor parte del presupuesto del estado; como rompió la unidad familiar al crear la coeducación de alumnos y alumnas en las llamadas escuelas en el campo; la eliminación de la clase media cubana y de los pequeños propietarios; así como la destrucción de la industria azucarera y cafetalera. Tampoco se podía perder una sola gota de agua en el mar y mandó llenar todo el país de presas y micro presas con las que se garantizaría el riego para los cultivos, agua para la población y la explotación pesquera: todo se derrumbó.

Su personalidad desequilibrada no le permitía mantenerse estable por mucho tiempo en ningún proyecto, saltaba siempre de una cosa a la otra cuando se aburría, igual que un niño al jugar con sus juguetes.

A fines de la de la década del 60 le dio la locura por San Andrés de Caiguanabo, en Pinar del Río. Sería el ejemplo de lo que se convertiría todo el campo para 1975. Construyó una población, llenó de círculos infantiles y escuelas la intrincada zona, se sembró café en las montañas. No salía de allí. Hoy en día están abandonados todos los círculos, las escuelas y hasta el café desapareció.

Sus locuras sin freno lo llevaron a concebir el Cordón de La Habana que suministraría café para todo el consumo nacional y para la exportación, así como frutas, legumbres y viandas para abastecer la ciudad capital. El miedo a la agresión imperialista lo hizo invertir infinitos recursos en túneles, refugios, trincheras, cuevas acondicionadas, así como en costosísimas maniobras y ejercicios militares, mientras un gran por ciento de la población no tenía techo y carecía de productos esenciales. La llamada “batalla de ideas” costó mucho al país en transportaciones y apoyo logístico por todos los municipios de la Isla donde se hacían actos políticos pidiendo la liberación del niño balsero Elián, caso que hizo suyo para demostrar la benevolencia revolucionaria.

Jamás olvidaremos el costo humano que significaron sus aventuras internacionalistas por todo el mundo, dirigiendo combates en maquetas desde las oficinas del Ministerio del Interior. Algún día tendremos la cifra real de cuantos hermanos dejaron sus restos como desaparecidos en un país extraño, siendo llevados a luchas intestinas y fratricidas de las que nada tenían que ver. Tampoco los que han desaparecido en el Estrecho de la Florida por su obstinación y aferramiento al poder al no permitir cambios democráticos luego del derrumbe del socialismo real, cuando sumió al país en una crisis total de la que no ha vuelto a salir.

No podemos dejar de mencionar su adoración por Ubre Blanca, la vaca lechera que llegó a producir más de 100 litros de leche y a la que convirtió en una vaca sagrada, en una leyenda a fuerza de publicidad, pues había asegurado que en 1970: “habrá tanta leche que se podrá llenar la bahía de La Habana con leche” . Al morir la res se le erigió un monumento en mármol y su cuerpo se exhibe en una urna de cristal con clima controlado. Su proyecto de Isla de Pinos a la que le cambio el nombre y la llenó de estudiantes extranjeros.

A ella llevaba a todos los visitantes ilustres para que comprobaran la humanidad de su revolución que era generosa con todo el mundo, menos con sus compatriotas, victimas del racionamiento. Tampoco su idea de producir más cítricos que Israel. Hoy sus plantaciones las cubre el marabú por todas partes. La construcción de pedraplenes a los cayos con su terrible impacto medio ambiental y su elevadísimo costo. La presunta Zafra de los Diez Millones de la que el país no logró recuperarse jamás. En fin un verdadero rosario de calamidades y locuras que habrá que compendiar algún día.

Por último no podemos dejar de mencionar cuando arriesgó a todo nuestro pueblo en la llamada Crisis de los Misiles o de Octubre, pues de forma loca e irresponsable escribió a Kruschef pretendiendo que los rusos dieran el primer golpe nuclear a los Estados Unidos para así perecer todo nuestro pueblo como mártir en el holocausto.

Su locura sigue latente, hoy se limita a escribir libelos apocalípticos y a cultivar moringa y morera, pues según él de esos cultivos dependerá la alimentación humana. No podemos olvidar que Calígula, emperador romano, nombró senador a su caballo Incitatus, al que dio un gran palacio con muchos jardines y 18 sirvientes para su cuidado y le colocó un gran collar de piedras preciosas, después lo casó con una bella mujer y lo nombró Cónsul de Roma. El también emperador romano Nerón hizo arder Roma para inspirado recitar su propio poema ante el siniestro.

Stalin, el hombre más asesino de historia, nombró teniente general y general de brigada a dos de sus sirvientes a los que hacía vestir de uniforme militar y les tenía el pecho lleno de condecoraciones en plena Segunda Guerra Mundial. El dictador cubano en su demencia, ahora senil, cree ser un campeón de las glorias deportivas cubanas que el siempre manipuló como arma política y no se quita su chándal ni para ir al baño, creyendo que todavía está en los tiempos en que todos teníamos que ir obligados a verle jugar baloncesto en la Ciudad Deportiva, incluido quien esto escribe cuando era alumno del Fajardo..


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