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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Una contribución a la historia de la guerra fría en América Latina

Autor: Paul E. Sigmund

El historiador norteamericano Paul E. Sigmund ha publicado varios libros sobre Chile. Analiza el rol de Fidel Castro en la región.
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Basada en bibliografía de la época, documentos gubernamentales desclasificados y, lo más importante, en entrevistas con muchos de los que estuvieron involucrados directamente, proporciona información e interpretaciones a quienes estén interesados en el período comprendido entre 1960-1990 que vivió América Latina, un tiempo que Jorge Castañeda, aludiendo a su carácter cuasi-religioso, llamó la “Guerra de los 30 años de América Latina”.

Para entender ese período resulta fundamental, según lo revela la serie, el papel que desempeñó Cuba en cuanto a apoyo, entrenamiento y dirección de los movimientos revolucionarios en prácticamente todos los países de América Latina. Aunque estos artículos se centran básicamente en Chile, confirman lo que descubrí hace algunos años cuando sostuve entrevistas con 35 ex guerrilleros en nueve países, desde Guatemala hasta Argentina, que dejó al descubierto que casi todos ellos habían recibido entrenamiento en tácticas de guerrilla en Cuba, Alemania del Este y Europa del Este.

Los anticomunistas acérrimos que vieron a Fidel detrás de todo movimiento revolucionario en América Latina, resultaron estar en lo correcto.

La serie modifica o altera en diversas formas nuestra visión de la historia chilena de las últimas tres décadas:

1) Los embarques de armas descubiertos en los “bultos cubanos” en el aeropuerto de Santiago en 1973 sólo eran la punta del iceberg de una tranferencia de armas dos veces a la semana de Castro a Allende.

2) La insistencia de Castro y de sus apologistas, incluido Gabriel García Márquez, respecto a que Allende murió luchando en La Moneda se explica por la creencia cubana de que el suicidio es un acto de cobardía y que un verdadero revolucionario debe estar dispuesto a morir combatiendo.

3) El surgimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en 1983 en Chile se remonta a la decisión tomada por Castro en 1974 de dar entrenamiento militar y paramilitar a los exiliados chilenos. A diferencia de otros revolucionarios que fueron entrenados en Cuba, los chilenos fueron reclutados en academias militares regulares.

4) El apoyo de Cuba a la revolución latinoamericana fue coordinado por Tropas Especiales, que supervisaba el entrenamiento militar, y el Departamento América, dependiente del comité central del Partido Comunista, con Manuel “Barbarroja” Piñeiro a la cabeza. Ambos grupos solían tener conflictos en donde Castro hacía las veces de árbitro.

5) La deserción de los líderes socialistas y la división del Partido Socialista chileno se debió, en parte, al desacuerdo sobre el entrenamiento armado y por el duro trato que recibían los militantes socialistas en Alemania del Este.

6) Chilenos bien entrenados participaron exitosamente en los últimos enfrentamientos de la Revolución Sandinista en Nicaragua, redimiéndose ante los ojos de los cubanos, quienes constantemente criticaban su falta de resistencia (cojones) durante el golpe de 1973.

7) El cambio de política adoptado por el Partido Comunista chileno en 1980 desde “la vía pacífica” a “todas las forma de lucha” fue el resultado de largos debates en Cuba y Alemania del Este, que concluyeron que en la eventualidad de una rebelión popular en Chile sería necesario contar con cuadros con preparación militar. La victoria de los sandinistas en 1979 no fue la causa de ese cambio, sólo fue una pieza adicional de evidencia de ese camino.

8) A pesar de los esfuerzos de Castro por coordinar una resistencia chilena unida, siempre hubo tensión entre los jóvenes guerrilleros del Frente y los viejos líderes del Partido Comunista. Por algún tiempo Gladys Marín fue capaz de mantener un movimiento unificado, controlado por el PC, pero después del fracaso del atentado a Pinochet en 1986 se dividieron en dos. Este proceso fue ayudado por el acceso directo de los líderes del Frente a los líderes, recursos, asistencia material y financiera de Cuba.

9) Las armas descubiertas en Carrizal Bajo en agosto de 1986 fueron el resultado de un esfuerzo mayor dirigido y supervisado por Cuba, que incluyó el envío clandestino de 80 toneladas de armamento, las cuales sólo fueron descubiertas por la inteligencia chilena a raíz de las indiscreciones de algunos chilenos involucrados. El descubrimiento de estos envíos llevó al fin del diálogo entre los comunistas y los futuros líderes de la Concertación y a la exclusión del PC de un rol significante en la transición.

10) La decisión de enviar armas a Chile y atentar contra Pinochet fueron esfuerzos para tomar la iniciativa en reacción a la formación de la Alianza Democrática, la cual buscaba una solución institucional. El esfuerzo de matar a Pinochet en el Cajón del Maipo falló porque los asesinos usaron lanzacohetes que no sabían utilizar e iniciaron la operación con armas de bajo calibre que alertaron a la caravana de Pinochet, cuya rápida retirada no estaba prevista por los asesinos.

Aunque esta serie se centra básicamente en Chile, confirma lo que descubrí hace algunos años, cuando sostuve entrevistas con 35 ex guerrilleros en nueve países, desde Guatemala hasta Argentina, que dejó al descubierto que casi todos ellos habían recibido entrenamiento en tácticas de guerrilla en Cuba, Alemania del Este y Europa del Este.

11) El secuestro de Cristián Edwards y el asesinato de Jaime Guzmán en 1991 fueron llevados a cabo por el FPMR sin la participación cubana, ya que la condición que se le impuso para establecer relaciones diplomáticas con Chile fue terminar con su apoyo al FPMR. El gobierno de Aylwin fue capaz de combatir el Frente con más éxito, porque algunos de sus miembros usaron su conocimiento acerca del FPMR, obtenido por haber trabajado con éste en el pasado.

12) Jorge Masetti, uno de los tantos ex colaboradores de Castro, que hoy es un opositor al régimen, argumentó en la serie que el apoyo castrista a los revolucionarios en el continente era una táctica para mejorar su capacidad de negociación frente a Estados Unidos. Sin embargo, es más probable que el masivo y costoso esfuerzo cubano respondía al mesianismo y determinación de Castro por crear uno, dos o muchos Vietnam en América Latina.

La revolución cubana resultó ser sorprendentemente efectiva para identificar, entrenar y coordinar un movimiento revolucionario a nivel continental. Con la excepción de Sendero Luminoso en Perú, los anticomunistas acérrimos que vieron a Fidel detrás de todo movimiento revolucionario en América Latina resultaron estar en lo correcto.

Específicamente en el caso de Chile, esta serie aporta un complemento valioso a las 26 mil páginas de material desclasificado acerca de las relaciones chileno-estadounidenses. Especialistas, estudiantes y profesores de relaciones internacionales y el público interesado, tanto en Chile como en el extranjero, debieran estar agradecidos por esta esclarecedora e informativa investigación


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