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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
El largo invierno de los gays en Cuba

Por Francisco Morales

Es 13 de Junio de 1920. El cantante italiano de opera Enrico Caruso se prepara para interpretar Radames en Aida cuando un petardo estalla cerca de su camerino. El estruendo fue tal que olvidando su vestuario salio con faldas y a lo loco por una de las ventanas del Teatro Nacional. Maquillado para la ocasión-delineador en los ojos,labios pintados,saya corta-parecia mas un travesti salido de una novela de Sarduy que al personaje de Verdi lo que obligó a un policia que hacía su ronda detenerlo por el delito in fragantti de mariconería pública. Dejado en libertad horas después el incidente no paso de ahí. No era la primera ocasión en que la policía habanera tenia que lidiar con sus locas, salvo que esta vez, había sido un lamentable error del gendarme quien confundio a Caruso con un travestido.

Si bien el homosexualismo nunca fue bien mirado por aquellos días las leyes de la Isla no habían penetrado ese espacio privado donde se trataría de controlar y encausar el comportamiento en nombre de un bien, el estado o la normalidad. Una vez en escena la dictadura castrista -la legislación “revolucionaria” ensayaría todos los métodos posibles para eliminar la figura del homosexual de los planes del hombre nuevo.

La política sexual de los primeros años castristas se manifestó de manera brutal con el encierro de jóvenes sospechosos de pederastia o lesbianismo. Eran llevados a campos de trabajo forzados donde muchos morían a mano de sus carcelarios o se suicidaban. La necesidad de aislamiento era tal que fueron conducidos a un pequeño islote sin mezclarlos con los demás que por una razón u otra fueron prisioneros. Con esto se anticipaba lo que sería,y ha sido, la piedra en el zapato de los sistemas totalitarios:el imposible control del deseo sexual, siempre impredecible y mucho mas imposible de encausar por el buen “camino”, debía estar bajo la vigilancia del poder.

El caso de Enrique Martinez, alias la repatriada, es uno de los tantos que ilustra la odisea de los gays en Cuba. Habiendo vuelto del exterior a su provincia de nacimiento, las Villas, una vez instalado Castro en el poder le tocó pagar las consecuencias de un estigma tildado de decadente y burgués. Conoció el trabajo forzado adonde fue enviado con su amante quien una mañana amaneció ahorcado en los baños de la prisión. Ya en los 70 Enrique decidió acatar las normas socialistas contrayendo matrimonio con una mujer que repudió hasta el dia que pudo soltarla para huir con quien había sido su compañero sentimental en su época de estudiante.

Pasado los 60 y enfrentado a una comunidad internacional que veía como el gobierno de La Habana se volvía cada vez mas intolerante con los diferentes el control sobre la sexualidad se volvió mas refinado. Para el año 1973 se aprobaría la ley 1249 llamada “Delitos contra las buenas costumbres y el orden de la Familia”, que también pasó a llamarse “Delitos contra el normal desarrollo de las Relaciones sexuales y contra la familia, la infancia y la juventud”, la cual castigaba la pederastia. Gracias a esta ley tres grandes de la literatura cubana que compartían el mismo gusto por el amor de los muchachos fueron marginados o puestos en prisión como fue el caso de Reinaldo Arenas. Los otros dos, Virgilio y Lezama , se recogieron en una concha de la cual saldrían directo a mejor vida cuando la muerte los sorprendió a ambos a finales de los 70.

Llegado el año 80 la estampida del Mariel permitió la salida hacia EU de miles de refugiados, muchos de ellos gays. De vuelta a los 90 los hijos pedestres de la revolución volvieron a la carga esta vez en busca del turista que los sacara del país o les aliviara la pobreza. Las guerrillas internacionalistas eran ahora batallones de pájaros a la caza del dólar para sobrevivir. Necesitados de salvar del naufragio la balsa comunista, el discurso homofóbico del poder, hizo la vista gorda dejando pasar por alto el festín y la fauna nocturna –pingueros,travestis,maricones por necesidad- se convirtió en sostén economico del régimen.

Cómo las dictaduras de corte marxista han llegado a ser tan salvajes en este sentido es algo que todavía falta por explicar. Puede que la razón estribe, como dije anteriormente, en que la pulsión sexual sea la mas temida por salirse fuera de cualquier dominio que se quiera ejercer sobre el cuerpo. Ni las prisiones, ni siglos de una educación dedicada a civilizar al hombre desde el punto de vista occidental han impedido que la sexualidad deje su inclinación en libertad sin importar el precio a pagar.

El texto marxista, salvando las distancias de una lectura atenta, cosa que no he hecho, no menciona nada sobre las desviaciones sexuales. Marx que era judio pero no tonto al parecer decidió dejar la cuestión en manos de sus seguidores reservándose la economía y la historia. Después de todo es mejor ser culpable de un desastre económico que del exterminio o correción de los homosexuales. Cómo la mariconería llegó a estar en contra de los intereses de la clase obrera es algo que al parecer debe más a los tiranos de turno que al prometeo de treveris.

Puede que después de todo Freud esté en lo cierto y que detrás de cada acto humano se esconde un inconciente travieso lleno de perversiones sexuales. Si Lenin,Stalin o Fidel hubieran acudido a tiempo al psicoanalista tal vez hoy serían alegres líderes en la jaula de las locas que han querido encerrar.


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