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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Cuba y China: Diferencias y similitudes

Por Óscar Espinosa Chepe

Se han tejido una serie de posibles escenarios para el futuro de Cuba luego de la sorprendente proclama del Presidente Fidel Castro, en que anunció su delicado estado de salud y el traspaso provisional de sus cargos a Raúl Castro, su previsto sustituto.
Uno de los análisis que con mayor fuerza se hace es la posibilidad de que, de no recuperarse totalmente el Presidente, su sustituto en el mando de la sociedad cubana pueda promover, a mediano plazo, reformas económicas que, al igual que en China y Viet Nam, sirvan de soporte político a su gestión mediante el mejoramiento del bajo nivel de vida actual de la población.

Cuba y China son países bastante asimétricos entre sí. El coloso asiático tiene una considerable extensión territorial y en varias de sus ciudades podría caber toda la población cubana. Su cultura y milenaria historia difieren totalmente de una nación como la antillana con poco más de 100 años de vida independiente. Los siglos de gobiernos despóticos y filosofías que durante mucho tiempo llevaron a China a largos períodos de estancamiento, la hace muy distante de la mentalidad occidental de los cubanos, mucho más proclive al cambio.

Sin embargo, en los últimos decenios ha habido similitudes entre los lejanos países, por haber sido regidos por regímenes totalitarios durante años y dominados en la cúspide por personalidades que concentraron en sus manos un poder absoluto.

En China, luego de la desaparición de Mao Zedong, con muchas dificultades se abrió un proceso de apertura económica que ha traído indudables beneficios para la población con impresionantes crecimientos económicos, aunque perviven muchos de los rasgos totalitarios y sigue flotando la personalidad del "Gran Timonel" como un fantasma que, aunque a veces sutilmente criticado, sigue siendo respetado como líder histórico de la revolución.

En Cuba, pudiera suceder algo parecido. Con la falta de Fidel Castro en el poder, el hombre que llenó totalmente la historia de la Isla en los últimos 47 años, podría abrirse un camino, si no igual, parecido al chino. Raúl Castro, carente del carisma y de la estatura política de su hermano, pero indudablemente poseedor de un espíritu pragmático y un sentido de organización probado en su obra cumbre de las Fuerzas Armadas, pudiera optar por convertirse en una especie de Deng Xiaoping, y propiciar reformas económicas con el fin de crearse una base política.

Debe subrayarse que el legado que recibe en materia económica y social es terrible, con una impresionante descapitalización de los activos tangibles y diferencias sociales, entre otros males, que contradicen los objetivos originales de la revolución. Todo esto ocurre en un marco político bastante deteriorado, en el cual el poderoso respaldo popular existente durante mucho tiempo, se ha venido desgastando debido a la decepción de la población por los continuados fracasos y las promesas incumplidas.

Estos criterios pudieran verse corroborados inicialmente por las declaraciones que viene realizando Raúl Castro desde hace algún tiempo en cuanto a que el único sustituto real de Fidel Castro es el Partido Comunista, lo cual pudiera indicar un cambio radical en la manera de dirigir el país a formas más colectivas.

Tampoco puede olvidarse actitudes asumidas por el Ministro de las Fuerzas Armadas en diversos momentos de crisis, cuando por lo regular su posición se caracterizó por la flexibilidad y ciertas aperturas al mercado, a fin de preservar el poder. Además, no debe soslayarse que dentro de las fuerzas armadas siempre han primado métodos de gestión innovadores y distintos a los existentes en el sector civil, con mayor poder de gestión de los directores de las empresas en un número creciente de asuntos; mecanismo que se trató de transferir a toda la sociedad mediante el Programa de Perfeccionamiento Empresarial a mediados de 1990, a través de medidas que, si bien tímidas, representaban un paso de avance. Como se sabe, ese mecanismo se detuvo por la decisión de dar marcha atrás a las reformas iniciadas entonces. Actualmente está en vigor un proceso inverso de recentralización económica.

Otro asunto donde también se aprecian similitudes, y determinadas particularidades, es que tanto China como Cuba tienen diásporas en el exterior, con sólidas posiciones económicas. China esencialmente en Taiwán y en Hong Kong, área que ha incorporado a su territorio, pero manteniendo el sistema económico y político capitalista. Esos territorios hoy constituyen robustas fuentes de inversiones directas y tecnologías y, de cierta forma, indirectamente, influyen políticamente en el continente.
Cuba también tiene grandes núcleos en el exterior, fundamentalmente en Estados Unidos, donde se han destacado por su industriosidad y capacidad creativa, constituyendo un potencial de singular magnitud que, al igual que en China, pudieran contribuir notablemente al desarrollo del país, con sus recursos financieros y, lo más importante, con sus conocimientos y experiencia democrática.

Las reformas económicas podrían ser la antesala de reformas políticas. No por gusto los elementos más conservadores dentro del gobierno siempre se han negado a aplicar las experiencias china y vietnamita, ocultando al país lo que ha sucedido en ese terreno en esas naciones.

El hecho de que pudieran ponerse en vigor reformas económicas, en modo alguno limitaría los esfuerzos del movimiento democrático cubano por la libertad y el irrestricto respeto a los derechos humanos. Por el contrario, podrían crearse mejores condiciones para la lucha por esos objetivos prioritarios, en un clima que contribuiría al relajamiento de las tensiones entre Cuba y Estados Unidos; un elemento determinante en la ecuación por llegar a la sociedad que la inmensa mayoría del pueblo desea: una sociedad reconciliada por encima de ideologías, sin vencedores ni vencidos.


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