Por
Gabriel C. Salvia y
Pablo E. Guido
Es
evidente que no existe ningún “bloqueo” a Cuba,
que la isla comercia con un centenar de países y que la
pobreza y restricciones del pueblo cubano se deben a las políticas
primitivas del régimen
de los hermanos Castro.
En
términos de intercambio comercial, Cuba exporta e importa
bienes y servicios hacia y desde por lo menos la mitad de los
países existentes en el planeta: realiza intercambio con
todos los países que integran la Unión Europea,
con la totalidad de países de Latinoamérica, con
México y Canadá del NAFTA, con el país que
ha venido registrando el mayor crecimiento en términos
de participación en el comercio mundial (China) y con los
llamados “tigres asiáticos” (Hong Kong, Taiwán,
Malasia y Corea). En todo caso, de lo que sí podríamos
hablar es de un “autobloqueo” del gobierno cubano
en materia de integración al proceso de globalización.
También es una realidad que el “embargo” no
ayuda a promover la democracia en Cuba, a pesar de que Estados
Unidos de América es el cuarto país en importancia
con un 6% de las importaciones cubanas totales.
La
Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 8 de
noviembre de 2006, por amplia mayoría, una resolución
promovida por Cuba de condena al embargo económico, comercial
y financiero impuesto por los Estados Unidos contra la isla hace
casi cinco décadas. Al respecto, el ministro de Relaciones
Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, hizo referencia
a “la guerra económica desatada por Estados Unidos
contra Cuba”, omitiendo que el embargo comercial fue una
respuesta a la confiscación de empresas norteamericanas
por parte de la revolución castrista. Es decir,
la “guerra” la desató la revolución
cubana y ese es un dato que no se puede obviar. Entonces, el embargo
es una sanción política votada por el Congreso norteamericano
contra un país que violó el derecho de propiedad
de sus ciudadanos.
Obviamente, quienes defendemos la apertura económica y
el libre comercio nos oponemos al embargo, porque precisamente
impide –en este caso- el intercambio de bienes entre las
personas radicadas en Estados Unidos y Cuba.
De todos modos, aún entre quienes sostienen posiciones
en defensa del libre mercado
existe alguna controversia sobre el embargo. Por ejemplo, una
pensadora libertaria como Ayn Rand (1905-1982) afirmaba lo siguiente
en una entrevista realizada en el año 1964: “Yo defendería
un bloqueo a Cuba y un boicot económico a la Rusia Soviética;
y se vería a ambos regímenes colapsar sin la pérdida
de ninguna vida estadounidense... No creo que los países
libres deban cooperar con las dictaduras”. Salvando las
distancias, una medida de condena similar propusieron en su momento
los socialistas chilenos en las transacciones por las ventas del
cobre durante la dictadura de Augusto Pinochet, con la idéntica
intención de afectar recursos que, entre otras cosas, este
tipo de regímenes utilizan para la represión.
En cambio, para Daniel T. Griswold, Analista del Cato Institute,
“En Cuba, aumentar el comercio con Estados Unidos sería
una política para incentivar la reforma política
mucho más promisoria que el embargo económico de
cuatro décadas. Desde 1960, los estadounidenses han estado
impedidos de comerciar con, invertir en, o viajar a Cuba.
Además de infringir la libertad de los estadounidenses,
el embargo ha hecho que la vida sea aún más difícil
para el pueblo de Cuba y le ha entregado perversamente a Fidel
Castro una excusa conveniente para los fracasos
de su experimento socialista. Pero igualmente importante, el embargo
desbocó el impacto positivo que podría haber tenido
la expansión del comercio y el contacto con estadounidenses
sobre la sociedad civil cubana. Cuba comercia con Canadá
y Europa Occidental, pero el comercio potencial con Estados Unidos
sería mucho mayor. Basado en la evidencia de este estudio,
el gobierno de Estados Unidos podría promover más
efectivamente la libertad política y civil en Cuba permitiendo
mayor comercio y viajes que manteniendo el embargo. La locura
de imponer sanciones comerciales en nombre de la promoción
de los derechos humanos en el exterior es que las sanciones privan
a los pueblos de los países señalados de herramientas
tecnológicas y de oportunidades económicas que nutrirían
la libertad política”.
Actualmente, una propuesta inteligente de los Estados Unidos sería
ofrecerle a Cuba y a la comunidad internacional levantar el embargo
comercial a cambio de la firma de un Tratado de Libre Comercio
(TLC) con una cláusula
democrática que exija la liberación de todos los
presos políticos en Cuba, la convocatoria a elecciones
libres y competitivas -como en su momento le reclamó a
Fidel Castro la viuda de Salvador Allende- y la plena vigencia
de las libertades democráticas fundamentales. Esta propuesta
le permitiría a los Estados Unidos de América pasarle
el tema al régimen cubano, pues el levantamiento del embargo
implicaría realizar en la isla tanto una apertura política
a la democracia como una apertura económica al libre comercio.
El
régimen cubano desmiente oficialmente el “bloqueo”
Hay
que aclarar, aunque sea algo tan obvio, que no existe ningún
“bloqueo” a Cuba y preguntarse en cuántos otros
aspectos viene mintiendo el régimen de los hermanos Castro.
De acuerdo a la propia información oficial disponible en
internet, Cuba mantiene relaciones comerciales con al menos 30
países de Europa, 20 de Asia, 10 de África, 2 de
Oceanía y 34 de América, entre ellos Estados Unidos.
A esta información que ofrece el Organismo Nacional de
Estadísticas de Cuba se suman los que ofrece periódicamente
la prensa oficial cubana, destacando los convenios e intercambios
económicos que realiza la isla. Entonces, ¿cómo
un país bloqueado puede comerciar con un centenar de países
del mundo? Al respecto, hay que recordar la definición
de “bloqueo efectivo” que brinda el Diccionario de
la Real Academia Española: “El que se hace con fuerzas
marítimas suficientes para cortar las comunicaciones”.
Y como se preguntaba recientemente el ex Presidente uruguayo Julio
María Sanguinetti: “¿dónde están
los portaviones que bloquean a Cuba?”.
Por otra parte, vale la pena comentar en un principio lo que la
Fundación Heritage menciona en el Indice de Libertad Económica
del año 2006 sobre la isla caribeña gobernada por
los hermanos Castro: “Cuba cuenta con un gobierno totalitario,
una economía dirigida por el estado, una mano de obra cautiva
y pocas exportaciones para equilibrar las cuentas comerciales
(…) No se dispone de suficientes datos independientes sobre
la economía y el PIB per cápita no refleja el ingreso
individual real (…) Debido a la falta de inversión,
la industria azucarera de Cuba ya no resulta viable: la isla se
ha transformado en un importador neto. Venezuela provee actualmente
hasta 80.000 barriles de petróleo por día con créditos
muy generosos (…) La ayuda de Venezuela también le
ha permitido a Cuba dar marcha atrás en reformas liberales
limitadas como permitir ocupaciones autónomas en profesiones
como la venta de bocadillos y la reparación de bicicletas
(sic)”. Los datos oficiales reportan aproximadamente un
ingreso per cápita anual de $2.516, cifra totalmente fuera
de toda lógica si consideramos que la economía cubana
viene soportando desde hace casi cincuenta años una política
económica absolutamente disparatada, ineficiente y de resultados
paupérrimos. Una evidencia de ello es lo siguiente:
¿Qué
porcentaje de la población total de Cuba vive fuera de
la isla? ¿Cuántos de los que aún viven en
Cuba se irían si les regalaran un ticket de cualquier aerolínea?
Es un despropósito creer en las cifras oficiales y, por
otro lado, suponer que los cubanos tienen un ingreso promedio
similar al de Colombia o Perú o más del doble que
los bolivianos y chinos.
De todas maneras, Cuba no está aislada comercialmente hablando.
Es decir, no es – quizás como le gustaría
a su nomenclatura – un país autárquico que
no necesita comerciar con otras personas residentes en otros países
del mundo.
Observemos el destino de las exportaciones cubanas en 2005:
Los
dos destinos continentales más importantes son Europa y
América, que reúnen más del 90% de las exportaciones
cubanas. Las ventas al Viejo Mundo se destinan a más de
30 países, entre los cuales los más importantes
son Holanda, España y Rusia que suman el 40% de las exportaciones
totales de Cuba. Por su parte, los destinos más importantes
del continente americano son Canadá y Venezuela con el
34% del total de las exportaciones. Aunque el destino de las exportaciones
cubanas esté concentrada en pocos países –
el 75% se dirige a cinco países – también
más de 90 países en el mundo registran compras a
Cuba.
Veamos ahora el caso de las importaciones:
En
lo que respecta a las compras al mundo que realiza Cuba, como
observamos en el cuadro anterior, la mitad de las importaciones
provienen de América y casi la otra mitad de Asia y Europa.
Si discriminamos por países el 45% de las importaciones
cubanas provienen de Venezuela, China y España. El cuarto
país en importancia es Estados Unidos de América
con un 6% de las importaciones cubanas totales.
De la misma manera que en el caso de las exportaciones, Cuba registra
compras al exterior desde más de 90 países diferentes.
Debido al embargo económico de los Estados Unidos de América,
Cuba no puede exportar a este país, pero sí importa
medicamentos y productos alimenticios que debe pagar cash. Por
lo tanto, Cuba no es un país que podría llamarse
bloqueado” en términos de intercambio comercial ya
que exporta e importa bienes y servicios hacia y desde por lo
menos la mitad de los países existentes en el planeta.
Cuba realiza intercambio con todos los países que integran
la Unión Europea, con la totalidad de países de
Latinoamérica, con México y Canadá del NAFTA,
con el país que ha venido registrando el mayor crecimiento
en términos de participación en el comercio mundial
(China) y con los llamados “tigres asiáticos”
(Hong Kong, Taiwán, Malasia y Corea).
En
todo caso, de lo que sí podríamos hablar es de un
“autobloqueo” del gobierno cubano en materia de integración
al proceso de globalización. Según el mencionado
Indice de Libertad Económica, Cuba registra un “nivel
alto de proteccionismo” referentes a las importaciones de
bienes y servicios y “barreras altas” en lo referente
a los flujos de capital e inversiones extranjeras. Es decir, es
el propio gobierno cubano el que disminuye la posibilidad de generar
un mayor flujo de intercambio, tanto en términos de mercancías
y servicios importados como en el caso de capitales provenientes
del exterior.
Por
otro lado, existe un “autobloqueo” inherente al fracaso
del propio sistema económico: al ser tan bajos los niveles
de ingreso de los cubanos (los reales, no los que muestran las
estadísticas oficiales) por más que el gobierno
decidiera eliminar totalmente las trabas al comercio exterior
no habría un “boom” de importaciones. Concretamente,
la mayor barrera a las importaciones que tiene el pueblo cubano
es su paupérrimo nivel de ingresos. Lo mismo cabe decir
en el caso de las exportaciones cubanas: supongamos por un momento
que todos los países del mundo decidieran eliminar sus
respectivas barreras arancelarias para los productos provenientes
de Cuba. ¿Tendría la isla caribeña un “boom”
exportador? ¿Se llenarían las góndolas de
los comercios del planeta de productos provenientes de Cuba? Imposible,
ya que para generar un crecimiento sostenido de exportaciones
primero tendría que generarse un fuerte crecimiento de
la producción de bienes y servicios dentro del país
en cuestión.
Y para que se produzca tal cosa como un “boom” de
producción en Cuba sería necesario un cambio absoluto
de las reglas de juego para incentivar la llegada de capitales
y de emprendedores a la isla. En síntesis, suponiendo un
escenario de desmantelamiento absoluto de las barreras al comercio
tanto por el lado de Cuba como del resto de los países
del planeta no veríamos nada parecido a un “milagro”
de exportaciones ni de importaciones cubanas. Bajo el régimen
político y económico que tienen, los cubanos se
deben conformar con ser un país de insignificante inserción
comercial y financiera en el mundo. El bloqueo a las transacciones
de mercancías, servicios y de capitales lo impuso y lo
sigue imponiendo el régimen castrista.
Las democracias se subordinan a las presiones de la dictadura
castrista A pesar de lo analizado anteriormente, días antes
de la votación sobre el embargo en la Asamblea General
de las Naciones Unidas, durante la reciente Cumbre Iberoamericana
celebrada en la ciudad de Montevideo, se reclamó por la
“Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial
y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba”, cuando
el propio régimen de los hermanos Castro niega oficialmente
con sus propios datos la existencia del mismo. A su vez, hubo
135 de los 183 países que votaron en la Asamblea de la
ONU contra el embargo, que son los mismos que votaron el ingreso
de Cuba al Consejo de Derechos Humanos, a pesar que el régimen
de los Castro es un reconocido violador de las libertades fundamentales.
Parecería
entonces que a la mayoría de los países del mundo,
incluyendo a las democracias, les preocupa más las relaciones
económicas entre los países que las violaciones
a los derechos humanos que realizan las dictaduras contra sus
pueblos, pues de lo contrario insistirían más en
lo último. En todo caso, hay una subordinación de
las democracias a las presiones de una dictadura y una cobardía
diplomática intolerable para enfrentar la mentira del discurso
castrista sobre el “bloqueo”.
En tal sentido, un comunicado del Movimiento Cristiano de Liberación,
firmado por el disidente cubano Oswaldo Payá Sardiñas,
señala lo siguiente: “Debería ser un escándalo
para las Cumbres Iberoamericanas que todos los pueblos iberoamericanos,
menos el de Cuba, puedan elegir libre y democráticamente
a sus gobernantes. Debería ser un escándalo para
las Cumbres Iberoamericanas que en Cuba hay muchos ciudadanos
sufriendo prisión injusta, inhumana y cruel solo por defender
los Derechos Humanos…
Nunca
hubo un acuerdo a favor de los derechos de los cubanos, aunque
sabían que se violaban y saben que se violan sistemáticamente,
ni un llamado al diálogo entre cubanos, ni una palabra
de esperanza para nuestro pueblo. Nunca ni siquiera se discutió
el asunto de la falta de libertad y democracia en Cuba, ni fue
tema de ninguna agenda…
Desde
la pasada década la mayoría de las organizaciones
de la oposición democrática y pacífica cubana,
cada año, enviábamos un mensaje a las Cumbres Iberoamericanas.
Ahora permanecen en prisión la mayoría de nuestros
hermanos que firmaban esos mensajes. Nosotros pensamos que no
tiene sentido enviar estos mensajes ni pedir nada donde no quieren
escucharnos”.
Finalmente el comunicado del promotor del “Proyecto Varela”
agrega una advertencia ante la falta de compromiso iberoamericano
frente a la situación de los derechos humanos en Cuba:
“No dudamos, sino creemos firmemente, que muy pronto en
Cuba, el pueblo cubano, abrirá una nueva etapa de libertad
y derechos para todos, de justicia, de reconciliación,
de paz y de democracia, por lo que sin dudas los cubanos podrán
elegir soberanamente a sus gobernantes.
Lo que sí dudamos es que para entonces el pueblo cubano
se sienta alentado a enviar sus representantes a las Cumbres Iberoamericanas
en las que nunca tuvo voz”.
Conclusión
Es imposible entender la continuidad de esta larga dictadura sin
la complicidad de la comunidad democrática internacional,
donde evidentemente existe una falta de compromiso con los derechos
humanos, una comodidad diplomática que elude enfrentar
la “política exterior revolucionaria”, una
pereza intelectual para refutar la larga lista de mentiras “goebbelianas”
del castrismo y, básicamente, una cobardía política
casi generalizada.
Y a pesar de las reiteradas menciones que se hacen en los medios
de comunicación y hasta en declaraciones oficiales como
las de la Cumbre Iberoamericana, como se vio en el caso que analiza
este Documento, es evidente que no existe ningún “bloqueo”
a Cuba, que la isla comercia con un centenar de países
y que la pobreza y restricciones del pueblo cubano se deben a
las políticas primitivas del régimen de los hermanos
Castro.
También
es una realidad que el “embargo” no ayuda a promover
la democracia en Cuba, pero igualmente habría que preguntarse
en caso de que el mismo se levantara: ¿qué nueva
“agresión orwelliana” inventaría la
dictadura cubana para seguir bloqueando el ejercicio de las libertades
democráticas en la isla? |