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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Desde arriba no se ve

Por Leonardo Calvo Cárdenas

¿Para qué sirve un parlamento que no exige el cumplimiento de los compromisos contraídos? ¿En qué galaxia sobrevive la cúpula del régimen?

La última sesión del año del más fugaz de los parlamentos —la Asamblea Nacional del Poder Popular— acaba de concluir con al menos dos novedades y mucho más de lo mismo.

Las novedades son que, al no estar presente Fidel Castro —empeñado en una "rápida recuperación" que ya dura cinco meses—, los demás diputados tuvieron mucho más tiempo y espacio para hablar ellos y, además, se hizo alguna referencia a la grave crisis que sufre la transportación de pasajeros, fundamentalmente en La Habana.

Por otra parte, cabía esperar —la esperanza es lo último que se pierde— que esta sesión parlamentaria devolviera a los cubanos el orden constitucional e institucional, después de esa especie de abdicación absolutista e ilegal con que el máximo líder traspasó sus investiduras gubernamentales, sin tener en cuenta las potestades concedidas por la Constitución vigente a la Asamblea Nacional.

De hecho, pasó la fecha —2 de diciembre— que la misma proclama presidencial establecía para el regreso al poder (en el que ya pocos confían), sin que se hiciera ninguna referencia oficial a la prometida restauración o a la posible oficialización de la, por el momento, sucesión provisional. Ahora, el máximo órgano de poder del Estado tampoco dio cuenta alguna sobre el inmediato futuro institucional del país.

Hasta ahora, nadie en las estructuras gubernamentales —ni siquiera el propio general Raúl Castro— se atreve a asumir y mencionar como "presidente en funciones" al principal ungido por la proclama del 31 de julio. Está claro que Cuba no cuenta con referencias ni mecanismos de articulación cívica para demandar de las autoridades el cumplimiento de los compromisos contraídos o el ejercicio de una institucionalidad responsable. Está por ver cuánto tiempo seguiremos en este limbo inercial del vacío nominal de poder.

De lo que sí no caben dudas es que con este silencio, la Asamblea Nacional, de por sí ya bastante borrosa en términos de poder efectivo, acaba de desaparecer como referencia institucional del panorama político.

'El mundo se derrumba y sólo Cuba avanza'

Por otra parte, la sesión parlamentaria sirvió para comprobar la alienada visión que de la situación socioeconómica nacional tienen los gobernantes del país. Al escuchar los análisis e informes de los jerarcas de la economía, cabe preguntarse en qué perdida galaxia sobreviven. Se puede estar desconectado de la realidad, pero no hay que exagerar.

Según lo expresado por los funcionarios responsables de la rama económica, el mundo se derrumba sin remedio y sólo Cuba avanza, firme, por un camino florido de prosperidad, bienestar y bonanza económica; si no fuera tan triste y grave, sería para reír.

En el paroxismo de la demagogia y la indolencia, haciendo abuso de la ausencia de mecanismos de impugnación, los gobernantes son incapaces de ver una realidad que describe un panorama de desolación y desesperanza para las mayorías, despojadas de voz y derechos.

Viviendo en la Cuba de 2006, asombra escuchar a los jerarcas del gobierno hablar de un crecimiento del 12,5% del Producto Interno Bruto, pese a la incapacidad productiva que aqueja tanto a la industria como a la agricultura, el colapso del transporte y los servicios, y los hoteles casi vacíos durante todo el año.

Sin fuentes alternativas e independientes de información y valoración económica, es muy fácil dibujar una economía fantasma —ya el pasado año organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL), no aceptaron las cifras oficiales brindadas por La Habana— que se contradice con el duro bregar cotidiano de los ciudadanos de a pie, que hoy no ven camino ni salida a sus interminables calamidades materiales.


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