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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Uno más. Capitulo VI

Por José Caravia
De la novela "Uno mas"


Yo recibí varias cartas de mi Madre y Fita y era tan fuerte el amor que Fita profesaba hacia mí, que en una de ellas me contó que se había mudado con mi Madre para que no estuviera sola y a la vez no le faltara nada, pues ella seguía trabajando y le daba todo su dinero a mi Madre.

Yo por ese lado me di cuenta que había encontrado la mujer de mis sueños, pues ser amado así era como ganarse la lotería, aunque siempre me preguntaba que era lo que ella había visto en mi! ya que yo! era un hombre sin futuro alguno y aunque yo sobreviviera yo en ese momento no daba por mi vida dos céntimos yendo a los Estados Unidos, para luego ir a los campos donde se preparaba la segunda invasión, mi Fita me apodaba “El Gato” y yo creo que estaba agotando las famosas siete vidas que dicen tener los gatos, así se lo expresaba en cartas a ella, pero siempre me contestaba que, ella sabia que algún día estaríamos juntos.

En esta Embajada como exprese antes había más de doce organizaciones contrarrevoluciarias y en ocasiones me presentaban a ciertas personas y con una seriedad increíble me decían! Pepín! Te presento al Ministro de Educación, Pepín! Te presento al Ministro de Defensa y así sucesivamente, yo me quedaba perplejo y a la vez muy triste pues, si esta era la gente que iba a liberar a Cuba, Fidel estaría en el poder el resto de su vida. Yo siempre he pensado y afirmo que el enemigo más grande que nosotros los cubanos de pensamientos libres es que los Estados Unidos nos abriera sus puertas, por si no hubiera sido así, nosotros hubiéramos cogido el camino de morir en la lucha por las calles y montañas de nuestra Patria.

La tensión que se vivía en la Embajada llega a tal extremo que el Gobierno de Uruguay envió un puñado de Oficiales militares de su País, para el control de los asilados que sobrepasaban 340 ya para finales de Septiembre y las sospechas de que Fidel planeaba buscar un pretexto para atacar la Embajada y liquidarnos a todos, estos tenientes del ejercito Uruguayo, hacían acto de presencia constantemente portando ametralladoras y no se cohibían por ocultarlas en ningún momento aun cuando viajaban en sus automóviles. En una ocasión estando varios asilados en el frente de la residencia paso una caravana de automóviles por el frente de la Embajada y uno de los asilados vio que Fidel iba en uno de sus automóviles (Oldmobiles negros) y le grito “Fidel Asesino”, cuando de momento la caravana se paro y Fidel desmontándose empezó a dar ordenes a los militares que cuidaban las embajadas de que abrieran el portón y amenazaba con entrar y matarnos a todos (después que se desmontaron los que acompañaban a Fidel en la caravana creo serian mas de los cien), dos tenientes uruguayos armados salieron al encuentro de Fidel cuando el portón empezó a abrirse y después de ciertas conversaciones con los militares uruguayos Fidel ordenó a regresar a sus automóviles y partieron.

En Septiembre 24 llego el Embajador y desde uno de los balcones de su residencia leyó los nombre de la lista de asilados que él había asegurado salvoconductos y aunque no había fecha firme para el día de nuestra partida si se veía, seria masiva pues, sobrepasaba las 300 personas. El día llego (2 de Octubre de 1962) para la partida y muy ordenadamente bajo la dirección de los Tenientes Militares del Uruguay empezamos a abordar guaguas que fueron entrando una a una y llenándolas con asilados mientras en cada una iba dos tenientes armados y después de montar todos los asilados que se marchaban la caravana inicio su recorrido guiada por embajador en su limosina, también venia con nosotros perseguidoras policiales de Fidel.

El recorrido por la Habana hacia el aeropuerto fue de gran riesgo ya que el gobierno comunista había preparado tumultos de desperdicios humanos con carteles “Pidiendo el fusilamiento a los Gusanos” como también nos tiraban piedras y así hasta que llegamos al aeropuerto en el cual las guaguas entraron una a una hacia los aviones en la pista y acercándose una a la vez, los militares agarraban con una mano la guagua y con la otra la escalerilla del avión y uno a uno íbamos pasando pero siempre sin tocar suelo cubano (esto es algo del protocolo) y nos íbamos acomodando dentro de los aviones. Todo se izo en forma precisa e inmediatamente empezaron los aviones a moverse y sin perder mucho tiempo despegamos rumbo a Mérida, México, pues teníamos que hacer escala y luego (al siguiente día) seleccionarían los asilados que iban a Uruguay y los que iban a los Estados Unidos. Cuando el avión en que iba empezó a coger velocidad por la pista y empezaba a despegar yo miraba por la ventanilla y algo me izo entender que seria la última vez que yo vería a mi tierra y por mis ojos corrieron algunas lagrimas que trate de disimular.

Llegaríamos a Mérida alrededor de las 3.00 de la tarde y fuimos llevados a un Hotel en la cuidad donde creo que por arte de magia ¡No se como! La población se entero de nuestra llegada y fue un día de mucha de mucho movimiento ya que familias venían al Hotel a pedirnos que fuéramos con ellos a sus casas para ofrecernos su amistad y siempre muy curiosos en saber lo que en realidad estaba pasando en Cuba. Mérida tenia en populación la misma cantidad de habitantes que Santiago de Cuba y la construcción tipo colonial la cual era un parecido igual y sus habitantes muy atentos y felices y resulto ser una corta estadía maravillosa. Al siguiente día nos llevaron al aeropuerto y tomando otro avión nos pusimos en rumbo a Miami la cual llegamos como a las 2.00 de la tarde al aeropuerto de Ópa-loka y después de aterrizar, nos llevaron a una estructura donde nos dijeron seriamos interrogados y que de hay dependía que nos dieran la entrada legal al País. Después de unos minutos se nos acercó un Padre Católico con dos hombres más y me informaron que mi misión de cuidar al hombre que tenía las prendas de la Virgen terminaba y después de entregarle las dos pistolas y estrecharles las manos, ellos partieron con el hombre y más nunca supe de ellos.

Estábamos sentados en unos banquillos y de variaos cuartos salían de vez en cuando hombres y llamaban por el nombre completo uno a uno. Creo seria como a las 6.00 de la tarde cuando mi nombre fue pronunciado y seguidamente me encontré en unos de esos cuartos en la cual había un buró y dos hombres con traje y en su poder un expediente de bastante tamaño, enseguida se introdujeron identificándose uno miembro de la CIA y el otro del FBI y entonces sin demora alguna me informaron, que yo estaba bienvenido a vivir en los Estados Unidos y que si había algo que yo quería preguntarles y afirmando que si! Les pregunte! Cuándo salía yo! rumbo a los campamentos para mi regreso a Cuba y mirándose uno al otro me dijeron que no había tal preparativo de invasión y que era la política de los Estados Unidos de no permitir nada subversivo por ningún cubano en contra de Fidel y que seria detenido y procesado si eso llegara a ocurrir. En este instante fue como si el mundo se me desplomara y sentí un estado de soledad y tristeza de tal envergadura que creo que ellos se dieron cuenta inmediatamente y trataron de alentarme expresando el futuro que yo podría tener en este País.

Después de salir de este cuarto me llevaron hacia la salida del Aeropuerto y informándome que al siguiente día me presentara en el Edificio de la Libertad para recoger una ayuda monetaria y suministros que me serviría para empezar mi nueva vida en los Estados Unidos. Ya era de noche y no sabia que iba a ser esa noche o donde podría dormir para esperar la mañana siguiente. Camine unos pasos alejándome de la entrada que ya había sido cerrada detrás de mí y me senté en la acera y resé que Dios me quitara la vida, pues por primera vez en mi vida me sentí solo! Muy solo! Pasaron varios minutos y dos compañeros se me acercaron y sentándose conmigo me dijeron que estaban en la misma situación, pues no conocían a nadie. No paso mucho tiempo cuando mi hermana y mi primo salieron y acercándoseme me dijeron que lo sentían mucho, pero ellos tenían una casa donde le habían ofrecido quedarse esa noche, pero que no tenían espacio para mí y yo les pedí, que yo me conformaba en cualquier lugar sobre el piso, pero su respuesta fue negativa, porque no podían decidir por los dueños y partieron en un automóvil que los había venido a recoger. Nosotros tres seguimos sentados en la acera a muy corta distancia de la puerta de salida y veíamos como los recogía en diferentes automóviles y partían.

Creo seria como las 11 de la noche cuando se nos acerco uno de los oficiales con traje y nos informo que no podíamos estar sentados en la acera y que debíamos irnos y yo le dije! ¿A donde? Y él me contesta! Eso es problema suyo!. Nos paramos y empezamos a caminar alejándonos del lugar sin rumbo fijo y después de caminar no sé cuantas cuadras pasábamos por una casa en la cual había personas conversando en el portal y después de oír que eran hispanos y por su acento sabíamos que eran cubanos nos acercamos y le pedimos si nos dejarían dormir en el portal esa noche y en forma déspota nos dijeron que siguiéramos nuestro camino. Entre los tres comentamos la “maravillosa” vida que tendríamos en el País de la “Libertad”. En un parqueo de una Plaza comercial que estaba a un costado nos arrinconamos a una esquina y dormitamos hasta la siguiente mañana (el equipaje de nosotros era la ropa que llevábamos puesta)

A la mañana siguiente después de pedir como llegar al famoso Edificio de la Libertad nos encaminamos hacia allá y cuando llegamos después de esperar por largo tiempo por fin fuimos entrevistados y nos dieron dos alternativas una: irme a otro estado y nos darían el pasaje en avión con $100 dollares, segunda: quedarnos en Miami y nos darían $33.00 dollares una caja de leche en polvo y una barra de queso amarillo, pero a la vez nos informaban que no nos ayudarían por ningún concepto a conseguir trabajo pues, no querían que los cubanos nos quedáramos en Miami. Yo escogí la segunda, pues no recordaba que yo conociera a nadie en este País, para que me diera una mano. Los tres no fuimos a un hotelito de que quedaba cerca de un puente sobre el río y alquilamos un cuarto para los tres que tenia una cama y pagamos por un mes entero de anticipo y con lo que nos sobro compramos unas chancletas de cuero y comimos en un restaurante familiar un “Bistec” (Yo ya no me acordaba que existiera las vacas)

Al segundo día empezamos a tomar la leche en polvo y comer del queso que nos habían dado, pero no-duro mucho ya que el calor lo echó a perder pronto y los próximo 27 días que estuve en Miami fue una odisea. Frente al hotelito donde dormíamos había una cafetería pequeña de un italiano y pude conseguir una gran oportunidad en la cual yo le fregaba todo en la cocina y limpiaba todo el piso de la cafetería por la tarde, después que cerraban y el dueño me daba en las mañanas una taza de café americano que yo compartía con mis dos compañeros. El hambre llega a tal envergadura que nos dedicamos a registrar los basureros de restaurantes y cafeterías y siempre encontrábamos algo de comer como también velábamos a personas que estuvieran fumando y cuando botaban las colillas del cigarrillo lo recogíamos y por lo menos cogíamos una cachada ya que los tres no gustaba fumar. Una ves, estábamos sacando comida de un tanque de basura en un parqueo cuando se nos acerco un automóvil y la señora que conducía nos ofreció que pasáramos por su casa después de las 7 de la noche y que ella nos daría de comer. ¡Bingo! Pensamos los tres íbamos a resolver nuestro problema del hambre!

Ella nos escribió la dirección de su casa y más tarde realizamos que la señora vivía en Miami Beach, pero bueno, nos decidimos a ir y con bastante anticipación de la 7 de la noche, llegamos y después de tocar la puerta del frente una sirvienta nos comunico que fuéramos por la parte de atrás de la casa y que esperamos en el quicio de los escalones y poco después la misma sirvienta abrió la puerta y nos dio un plato hondo con la sobra de la comida que ella había recogido de los platos de la familia y nos informaba que lo sentía mucho, pero que el hombre de la casa le prohibía que nos diera cubierto alguno (“Una vez mas se demostraba el odio y repugnancia de los ricos hacia los pobres”). Comimos los tres con nuestros dedos y aunque no completamente satisfechos le dimos las gracias a la sirvienta y nos fuimos de regreso al hotelito. Decidimos no volver a esa casa en Miami Beach pues, la energía de tal caminata no se recuperaba con esa comida y en el basurero a veces encontrábamos pan y nos ayudaba a llenarnos. Yo regrese a famoso Edificio de la Libertad a finales de Septiembre y en estado ya de desesperación me senté con una de las trabajadoras cubana y le exprese mis deseos de que me mandaran para Cuba y ella viendo mi estado mental me pidió que pensara en algún familiar o amigo que viviera en alguna parte de los Estados Unidos y por arte de magia me recordé de un primo que había emigrado a los Estados Unidos en los años 50 y estaba seguro vivía en New York;

Le informe los nombres de ellos, pero sin dirección, pues yo no sabia nada de ellos y la trabajadora me pidió que regresara al siguiente día, que ella iba hacer la investigación sobre el paradero de esos primos míos. Al siguiente día regrese y ella me dio la gran sorpresa de que ella misma había localizado a mis primos y que me ayudarían a encontrar trabajo si me iba para New York. Le agradecí mucho su esfuerzo y también le pedí que le comunicara a mi hermana que yo me iba. Esa tarde la trabajadora me comunica que mi hermana también había decidido viajar conmigo, después que mis primos también ofrecieron ayudarla. El 3 de Octubre de 1962 salimos por avión hacia el aeropuerto de La Guardia en New York. En el viaje después que nos acomodamos en nuestro asiento y despego no pasaron muchos minutos, cuando una de las azafatas se nos acerca y pregunta en Ingles si queríamos alguna bebida alcohólica y mi hermana que decía que ella hablaba Ingles, me lo comunica y yo le dije que No! Y ella me dice, pues yo sí! Entonces le recuerdo que ella tendría que pagar y ella me afirmo que era complementario del vuelo y yo le asegure que en este País nada es gratis! Pero ella tan testaruda encarga un trago y después de traérselo la azafata le pide $2.00 dollars y ella se vira hacia mí y me dice! Pepín págale! Yo me quede perplejo y le conteste! Tú tomas tu pagas! Entonces me confeso que no había cambiado el cheque de $100.00 que nos habían dado en el refugio y que ella no-tenia un céntimo; Yo no tuve mas remedio que pagarle el trago y maldice el día que tenia que viajar o ir a ningún lugar con ella. Cuando llegamos a New York mis primos nos estaban esperando en el Aeropuerto y muy cariñosamente nos recibieron y llevaron a su apartamento. Ya estando en su apartamento sentado en la sala me pidieron que me desabrochara el cuello de la camisa y fue mi bochorno cuando una cucaracha palmetto salió del cuello de la camisa. Después de comer me informaron que al siguiente día empezaría a trabajar en una cafetería de la Universidad de Manhattan como “boysboy” o sea lavaplatos.

Continua

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