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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Gonzalo Roig: El Genio de la Música cubana

Nace Gonzalo Roig en la Habana el 20 de julio de 1890. En 1902 inició estudios de piano, teoría y solfeo en la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana, con Agustín Martín Mullor y posteriormente con Gaspar Agüero Barreras.

Tomó lecciones de violín con Vicente Alvarez. Después realizó estudios superiores de música en el Conservatorio Carnicer. En 1907 integró como pianista un trío que amenizaba en el cine Monte Carlo. De esta manera comienza su carrera profesional y escribió igualmente en ese año su primera obra una canción para voz y piano titulada "La voz del infortunio".

Comenzó 1909 como violinista en el teatro Martí y para 1911 hizo estudios de contrabajo de manera autodidacta.

El tenor Mariano Meléndez estrenó entonces su criolla-bolero "Quiéreme mucho", que resultaría su más conocida obra a nivel mundial, y que por entonces vendió a un editor por 5 pesos.

En 1917 viajó a México, y laboró con la compañía de María Guerrero.

Fue fundador y director en 1922, junto a Ernesto Lecuona, César Pérez Sentenat y otros destacados músicos, de la Orquesta Sinfónica de La Habana, que realizó un importante trabajo en la divulgación de autores cubanos.

Se le considera con justicia pionero del sinfonismo en Cuba.

En 1927 fue director de la Escuela y de la Banda Municipal de Música de La Habana (después Banda Nacional de Conciertos). Este cargo lo mantuvo hasta su muerte.

Su trabajo al frente de la Banda fue fundacional e importante, ya que escribió una enorme cantidad "arreglos" u orquestaciones instrumentales de obras de autores extranjeros y cubanos, lo que repercutió en una nueva sonoridad en este tipo de agrupación que tanto peso tuvo en la formación de ejecutantes y el desarrollo de la música cubana desde el siglo XIX.

Como muestra de esto, está el hecho de que la banda acompañó a diversos cantantes, lo que no había sucedido antes en toda la historia musical cubana. En 1929 creó la Orquesta Ignacio Cervantes y en 1930 recibió invitación de la Unión Panamericana para conducir una serie de conciertos en Estados Unido.

Realizó entonces una exitosa gira como director de bandas de música norteamericanas, como U.S. Army Band, U.S. Soldier's Home Military Band, U. S. Marine Band y U. S. Navy Band, y de esta manera logró difundir internacionalmente la exhuberancia rítmica cubana, como en esos momentos lo hacían otros artistas con diversos tipos de agrupación.

En 1931 organizó con Agustín Rodríguez una compañía de teatro vernáculo en el teatro Martí, con presentaciones por más de cinco años.

Cuenta el Maestro:

"La Cecilia Valdés yo la escribí en un mes y días. Pero no fue sólo escribirla, sino instrumentarla también. Estaba dedicado exclusivamente a la obra.

Yo vivía nada más que para aquello. Me ponía un mono por la mañana, me iba para el teatro y alli me llevaban la comida".

Roig escribió esa obra pensando en la voz de Caridad Suárez, quien, sin embargo, no tuvo el honor de ser la primera Cecilia Valdés, porque la mexicana Elisa Altamirano fue un nuevo y bello amor del autor y se decidió por ella para el estreno, a pesar de su pequeña tesitura.

Quedó lista la partitura en el mismo mes de marzo, copiada con tinta negra por el propio Roig y encuadernada sin lujos ni detalles en una medida de treinta y uno por veintidós centímetros. Al abrirla, hay una nota del autor, escrita con lápiz el 28 de marzo, que dice, quien sabe por qué: "Los perros ladran, pero la caravana pasa". Después en la primera página del papel pautado, donde aparecen los créditos y el título del Prólogo, vuelve a escribir Roig con tinta negra: "La tarde del 30 de enero, del año actual (1932), recibí la visita de E. Lecuona; a exigencias de él, le hice oir este número. Le gustó mucho; sobretodo, el tema inicial". Abajo sobre el último pentagrama de la hoja, se lee en tinta negra y punto grueso de pluma: "Se estrenó el Sábado de Gloria; 26 de Marzo de 1932 en el Teatro Martí de La Habana". Y en el margen izquierdo, cuidadosamente recortado y pegado, hay un diminuto escudo de la República de Cuba, en colores.

Y ese estreno fue la mayor alegría que recibiera Gonzalo Roig como compositor, porque, como dijera al final de su vida, conoció "las satisfacciones que experimenta el compositor cuando ve que no se ha equivocado; cuando ha querido lograr un clímax dramático, que está a expensas de la reacción del público, y ese público se vuelca, se vuelve, reconociéndolo, emocionado".

En 1935 se hizo necesario una reposición de la zarzuela Cecilia Valdés también en el Teatro Martí, en el mes de marzo, ahora interpretada por Rita Montaner. Y en la partitura de esa zarzuela que copió José Guede aparece, en la página ciento veintiuna, esta nota de Gonzalo Roig, escrita el 16 de marzo: "Una grandiosa interpretación de esta obra. Sobresaliente interpretación de Rita Montaner. No me defraudó". El día 17 escribe otra nota: "Magnífica actuación de Rita Montaner". Y en la página ciento dos vuelve a escribir el Maestro el 19 de marzo: "A Rita Montaner, que hace en esta berceuse una interpretación genial, artística y única".

En 1948 se realiza la primera grabación mundial de la zarzuela Cecila Valdés del maestro Gonzalo Roig, por Discos Montilla, y reeditada por Angel Records, una elección muy cuidadosa y acertada para el reparto, en el que figuraron Marta Pérez como Cecilia, Francisco Naya como Leonardo, Ruth Fernández como Dolores Santa Cruz, Aida Pujol como Isabel Ilincheta, con Orquesta y Coros dirigidos por el Maestro Gonzalo Roig

En 1932 estrenó Cecilia Valdés, universalmente considerada como la zarzuela cubana más importante del teatro lírico nacional. y le dieron vida a la inmortal protagonista de la novela de Cirilo Villaverde: Marta Pérez, Blanca Varela, Zoraida Marrero y Hortensia Coalla, entre las más destacadas.

En 1936 integró a la Academia Nacional de Artes y Letras, y su discurso de ingreso, que fue contestado por Sánchez de Fuentes, salió publicado en la revista de esa institución como "Apuntes históricos sobre nuestras bandas militares y orquestas".

En 1938 fundó y fue director concertador de la ópera Nacional. En ese mismo año hizo la música del filme cubano "Sucedió en La Habana", estrenado en 1939. Durante toda su vida se ocupó de gestiones sindicales en pro de los músicos, y fue fundador de la Sociedad de Autores Cubanos, de la Federación Nacional de Autores de Cuba, de la Unión Nacional de Autores de Cuba y de la Sociedad Nacional de Autores de Cuba.

Escribió algunos ensayos y artículos de prensa sobre música. Entre sus obras más representativas se encuentran, además de la zarzuela Cecilia Valdés y de la canción "Quiéreme mucho", ya citadas, "Soledad", "Amalia Batista", "Mosaico cubano", "Fantasía cubana", "Hoy son día de reyes", y otras muchas.

Las obras de Gonzalo Roig, así como la sonoridad, los timbres de su orquesta, son equivalentes sonoros de nacionalidad cubana.

Sin duda alguna, ¨Quiéreme mucho¨ es su obra más difundida, convirtiendolo en uno de los musicos hispanos americanos mas difundido a nivel mundial, entre los que se encuentran, Esther Borja, Paloma San Basilio, Mirelle Matheu, Pedro Vargas, Plácido Domingo, Alfredo Graus o Julio Iglesias, entre otros intérpretes cubanos y extranjeros.

La pieza es verdaderamente una criolla-bolero, escrita en 1911, con letra de Ramón Gollury (Roger de Lauria) y Agustín Rodríguez, y estrenada por Mariano Meléndez, en La Habana.

La criolla-bolero Quiéreme mucho cuenta con 38 palabras sencillas, y es uno de los temas musicales más célebres de Cuba, junto a la Guajira Guantanamera, El Manisero, Siboney o Chan Chan.


QUIÉREME MUCHO

Quiéreme mucho,
dulce amor mío,
que amante siempre te adoraré.
Yo, con tus besos y tus caricias,
mis sufrimientos acallaré.
Cuando se quiere de veras,
como te quiero yo a ti,
es imposible, mi cielo,
tan separados vivir.

Con la llegada al poder de la Dictadura Castrista, en los años siguientes, desaparece poco a poco de los medios radiales y televisivos de Cuba, quizas porque nunca mostró simpatía por el regimen imperante en Cuba.

Su casa de Amistad 404, donde vivió hasta su muerte el 13 de junio de 1970, detrás del Capitolio Nacional se desplomó en enero de 1997, devolviendo al polvo muchos objetos y documentos ligados a la vida y los tiempos de su dueño.

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