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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |

En Cuba los niños nacen para ser “infelices”

Por Jay Martínez

El apóstol de todos los cubanos José Martí dedicó gran parte de su obra a la niñez del mundo y en especial a los niños cubanos. Son de todos conocidas sus frases “Los niños son la esperanza del mundo” y “Los niños nacen para ser felices”.

El que escribe es uno de esos cubanos que nació ya con la dictadura en el poder. A pesar de que el gobierno se jacta en repetir por doquier estas frases la realidad de un niño cubano es diferente a lo que propagandiza la oficialidad.

Recuerdo la década del 70 cuando cursaba la escuela primaria. A los niños de nuestra generación el gobierno decidió quitarnos la leche a los siete años y teníamos que levantarnos para ir a la escuela, la mayoría de la veces, sin nada en nuestro estómago. Fuimos aquellos niños víctimas de un brutal adoctrinamiento.

Durante esa década cuando comenzó la propaganda por alcanzar la Zafra de los I0 millones de toneladas de azúcar, en la escuela nos obligaban a jurar delante de la bandera cubana y el busto de Martí: “Pioneros por el Comunismo, Seremos como el Che”. La Zafra fue un fracaso y del Che sólo sabíamos que era argentino.

Nunca conocimos los Reyes Magos. Los juguetes los vendían en julio y Gaspar, Melchor y Baltazar fueron sustituidos por el Básico, No Básico y Dirigido, categoría comunista para delimitar el valor de los juguetes de baja calidad que otorgaba el gobierno. Nuestros padres tenían que hacer largas colas para que luego el empleado de la tienda fuera el que escogiera el juguete añorado.

Fuimos aquella generación de cubanitos que nunca usó medias ni calzoncillos porque nunca los conocimos. Fuimos víctimas de la propaganda de la guerra fría y del comienzo de la guerra de Angola y Etiopía que tanta muerte, dolor y miseria trajo a miles de familias cubanas.

Muchos aprendimos a comer gato y usar zapatos plásticos que nos quemaban los pies por el calor, el sudor y la falta de medias.

Gracias a Dios los que pudimos abandonar aquel infierno y que hoy somos hombres y mujeres en los 40 años de edad hemos demostrado con nuestro esfuerzo y trabajo que el cubano es emprendedor e inteligente. En la mayoría de los casos somos hombres y mujeres de éxito en el exilio.

¿Que quieres ser cuando seas grande? --pregunta el turista a la niña--
¡Extranjera! -- le responde timidamente

Miremos ahora a los niños cubanos del año 2004. Esos que salen a las calles con un país dolarizado a precios de economía capitalista y sus padres ganando entre 10 y 20 dólares mensuales. Miremos los hijos de los opositores y periodistas independientes a quiénes en la escuela gratuita les enseñan que sus padres son unos traidores a la patria y mercenarios.

Ese es el alto precio que deben pagar por una educación gratuita. Niños confundidos entre el sentimiento de no ser rechazados por sus compañeritos de aula y los valores de amor a la libertad y a la democracia que le inculcan sus padres disidentes.

La libertad es un don tan preciado que no se puede menospreciar. Quién lo hace esta atentando contra el ser humano y en especial contra los niños que luego crecerán con miedo a decir lo que piensan e idolatrando a Fidel Castro porque les da escuelas y salud aparentemente sin pedir nada a cambio.

Pero la realidad es que esos “beneficios” se los cobra con la vida. Una parte de los 75 prisioneros de conciencia condenados en marzo de 2003 tienen entre 27 y 40 años. Nacieron con la Revolución y ésta les cobro con penas de hasta 27 años de cárcel el hecho de no bajar la cabeza o virar el rostro frente a la injusticia. Su delito: decir la verdad donde la mayoría agacha la cabeza porque tiene miedo.

Esto es una crueldad e infamia que no puede ser olvidada por los cubanos exiliados que disfrutamos de la democracia. Los niños cubanos se merecen un futuro mejor. Ya han sufrido demasiado.


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