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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |

La actualidad de los Disidentes

POR JOSE VILASUSO

· Un ojeo actualizado de los acontecimientos cubanos a la luz del nuevo milenio sobrepasa los formulismos, papeles al carbón y membretes que, cuarenta y tres años de permanencia del régimen en el poder, por simple ley natural, se encargaron de erosionar.

Desde tiempos tanto aquellos alegatos contra el embargo, como las comparaciones entre la Cuba de antes o después de 1959, perdieron el lustre y hoy se perfilan periclitados. Los debates a su calor, evaporaron el color, sabor y la coloratura, e intentar revivirlos y aún sostenerlos, sólo conduce a un estado de ánimo, el aburrimiento.

Cada minuto demanda con mayor ímpetu la puesta al día de los acontecimientos isleños. Pero en boca de ¿quién? El deterioro del sistema marxista leninista y sus pregones aledaños condujo a un vacío de la opinión pública mundial. Nadie expresa su hieratismo mejor que el viejo de los ojos saltones, siempre asombrado, y su inocuo heredero con la boca comprimida: ambos pulcramente uniformados. Mientras cualquier búsqueda, por los dominios mar afuera, de protagonistas auténticos de la nervatura criolla está condenada cuando menos al desvío, si no al fracaso.

La razón es obvia. Se carece de instrumental, referencias directas y recursos idóneos para refundar el tema con certidumbre. Es que se habla con léxico de aquí, sirviéndonos con ideas de nuestra cosecha. Este escenario no corresponde a la parcela de los advenimientos. No denota criterios involucrados ni cuaja en fórmula alguna al uso de allá. Se requiere permanecer afincado en el suelo nacional, para ofrecer un discurso con los zapatos bien herrados sobre el pavimento, capaz de inculcar la llama de lo verificable, las ansias del ciudadano de a pie; el compromiso de que a todas luces carecemos los de allende el mar abierto con su oleaje embravecido.

Sólo quienes conviven en el sistema, pueden ofrecernos ese informe de última hora, capaz de revivir el aliento de los hombres y mujeres deseosos de acompasar los hechos de la historia, con la vivencia cotidiana Malecón adentro. Sólo quienes desde las entrañas del fiambre, donde los efectos de la parálisis cascan visceralmente, son aptos para ofrecer una proclama renovadora con cimientos de credibilidad. Para tocar fondo en el síndrome hay que brotar del mismo tejido, manejando idénticos recursos, comprendiendo sus inferencias. Esos personajes únicos son los disidentes pacíficos activos en la tierra que los vio nacer.

Los disidentes son las voces del nuevo milenio. Aquellos que contemplan las mismas circunstancias y acaeceres bajo un lente en boga. Son los testigos de generaciones no consultadas. Las víctimas de una dictadura cavernaria y cruel. La dirigencia capaz de innovar y aportar otras visiones a las que aun se repiten cual muletillas en el contorno más acá de los arrecifes costeños. Sus pronunciamientos, a ratos incomprensibles ante nuestros ojos consumistas, arropan una luminosidad nunca igualada por la referencia de segunda mano, el partidarismo embriagador, los prejuicios más obvios o las heces del poder. No temen, no pueden temer a las consecuencias de sus dichos. Se curaron de espanto cuando comprendieron que el peor espanto lo produce la autocensura. Saben que confabularse con el totalitarismo es negarse a vivir. Doblegarse para emerger sonámbulo. Mostrar dos caras sin creer en ninguna. Ellos en cambio, no sienten otra responsabilidad que contrarrestar una mordaza hermética que el mundo libre, rara vez refuta con acierto. Posturas tales quiebran los bocetos y croquis de ocasión que durante cuatro décadas, cerraron el paso con candado y llave perdida, al devenir de la historiografia cubana. Fue una maniobra orquestada ante caras estupefactas y un tapabocas con esparadrapo para todo el que piense con cabeza propia. Hoy se desinfla y deshecha por inoperante, ante la sensatez de cuadros cuya palabra rasga velos y desenreda madejas para emitirse conforme aquello de Voltaire: "No pienso como tú pero daría mi vida para que puedas expresar tu pensamiento libremente."

· Mas, agotado el repertorio oficial, o mejor la verborrea monológica. El pluralismo cobra vigor como efecto de una dialéctica imparable. La diversidad. Es el turno que le corresponde, ocupa un buen sitio y, desde Josué nadie ha vuelto a parar el sol. Puede o no, transmitirse una declaración, nota de prensa o noticia firmada por Elizardo Sánchez, Claudia Márquez u Oswaldo Payá Sardiñas, vigilados día y noche en sus respectivos hogares, o por Normando Hernández, Manuel Chaviano u Oscar Elías Biscet tras las rejas. De hacerlo se aporta algo estimable y de interés público. Pero de omitirlo, la doctrina, informe o criterio por ellos rubricado no se medirá por la publicidad concedida, sino por su valor intrínseco. El coraje necesario para diferir bajo una dictadura totalitaria supera al de empuñar el rifle o poner una bomba. Ellos no tienen que encapucharse para disentir. ¿Ocultarse de quién? Estas son manifestaciones de la fuerza; aquéllos producto de la racionalidad. Conductas escritas con sangre desde hace siglos las anteriores. Aun por escribirse con flores estas últimas. Al leer una entrevista sobre derechos humanos formulada a don Félix Bonne por ejemplo, nos suele producir pesar muy hondo en el corazón. Lástima que tantos se la pierdan.

· Pueden existir concausas o hasta explicaciones a la renuencia de publicar los materiales sacados a alto riesgo, por los periodistas independientes para consumo exterior. Todo se abandona en el valor que se les otorgue como información del momento. A su pesar, quienes disfrutamos la democracia, acostumbramos manejarla como artefacto a nuestra fácil disposición. Pero alto ahí, pongámonos en el lugar de aquéllos. Qué hacer si mientras se ostenta el auricular, percibiéramos los controles de Seguridad del Estado monitoreando hasta nuestra última sílaba. Como ocurrió en Vertientes, Camagüey, con dos mil vecinos protestando ante la fuerza pública en la inauguración de una biblioteca privada. Me pregunto, si tendríamos los corazones necesarios para seguir adelante. ¿Continuaríamos ofreciendo al mundo la noticia, como lo hicieron aquellos valientes al costo de la cárcel?

La piedra de toque de la tramoya se ciñe en la gracia que la libertad inculca a esos héroes y los anima a proseguir su argumentación serena frente a todo riesgo. El riesgo es otro mérito que acrece el acervo del ungido y empuja su desafio. Es que la madera del dirigente no se descubre mientras ese instante de prueba no arriba. Allá dentro la libertad vive bajo acoso y asedio constante. Además, la originalidad de no pretender dañar a nadie, hace confiar aun más en la virilidad de la causa. El disidente no necesita hacer daño porque quiere el bien y no puede contradecirse con la violencia. No concibe reciprocar a los comunistas con sus mismas acciones. Sería igualarse. Tomar parejo y como resultado la discrepancia carecería de fundamento. Encambio, él posee una conciencia consecuente con su quehacer. Un proceder conforme a las aspiraciones. Hombres tales no se forjaron con discursos desafiantes sino en la experiencia brutal y su reflexión en torno. Sus hematomas a flor de piel son florones que sobresalen en el gran cesto de las heroicidades. Pararon de engañarse. Creen en lo que predican, por eso dejan sus ideas correr y saben que convencerán. Pero si aplicaran el garrote sería prueba de inseguridad. No. El disidente coincide con Mirabeau no con Marat. Con Gahndi, Napoleón Duarte y Nelson Mandela; jamás con Tirofijo, Guevara, los ayatolas, talibanes o etarras. Le basta con saber que su idea será reprimida para apreciarla mejor y comprobar su fertilidad. Si se tratara de un capricho o rebeldía sin causa, al propalarla no correrían riesgo alguno. Más bien demostraría su futesa. Paradójicamente, los cuerpos represivos en acción confirman la justeza e irrecusabilidad de la misión contestaria cubana. La agresividad policial refuerza lo irrevocable de su protesta.

He ahí tres factores estupendos en beneficio de estos incansables trabajadores por los derechos humanos. La barbarie de sus carceleros, originalidad de activismo y ausencia de contraargumentos sólidos en el mundo libre.


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